06/09/2022
La bicicleta es mucho más que un simple medio de transporte. Para millones de personas alrededor del mundo, representa libertad, acceso a oportunidades e incluso una herramienta indispensable para el servicio y la compasión. A veces, detrás de una bicicleta, se esconden historias que nos hablan de generosidad, fe y el impacto profundo que un objeto cotidiano puede tener en la vida de las personas. Exploraremos dos de estas historias, una narrada en un libro conmovedor y otra protagonizada por un hombre que dedicó su vida a los demás, siempre acompañado por su fiel compañera de dos ruedas.

Una Bicicleta Roja que Cruza el Océano: La Historia de un Libro
En el mundo de la literatura infantil no ficcional, existe un libro particularmente único que pone el foco en la vida de un objeto inanimado: una bicicleta. Esta no es una bicicleta cualquiera, es una bicicleta roja que comienza su viaje en Norteamérica. Su primer dueño es un niño llamado Leo, quien la aprecia tanto que decide darle un nombre: Gran Roja. Para Leo, Gran Roja es su compañera de aventuras, un tesoro que le permite explorar y jugar.

Sin embargo, como suele ocurrir, los niños crecen y eventualmente superan sus bicicletas. Aquí es donde la historia de Gran Roja toma un rumbo inesperado y extraordinario. Leo, en lugar de simplemente desecharla, toma una decisión que cambiará el destino de su querida bicicleta y, lo que es más importante, la vida de otras personas. Decide donarla a una organización benéfica que se encarga de enviar bicicletas a África.
Gran Roja emprende un largo viaje a través del Océano Atlántico, llegando finalmente a Burkina Faso, en África Occidental. En este nuevo continente, la bicicleta encuentra un nuevo hogar y un propósito vital. Su siguiente dueña es Alisetta, una joven para quien la bicicleta se convierte en una herramienta esencial. Con Gran Roja, Alisetta puede acceder más rápidamente al campo de sorgo de su familia, facilitando las tareas agrícolas. También le permite ir al mercado de manera más eficiente, mejorando su capacidad para contribuir a la economía familiar.
Pero el viaje de Gran Roja no termina ahí. Con el tiempo, pasa a manos de otra joven, Haridata. Haridata le da un nuevo nombre, ahora se llama Le Grand Rouge, y un propósito aún más crucial. Utiliza la bicicleta para entregar medicamentos a quienes los necesitan en comunidades rurales y, fundamentalmente, para transportar personas enfermas al hospital. En lugares donde el acceso a la atención médica es difícil, una bicicleta puede ser la diferencia entre la vida y la muerte.
Esta historia, narrada en el libro, resalta las marcadas diferencias entre la vida de un niño en Norteamérica y la de jóvenes en zonas rurales de África. Muestra vívidamente cómo un objeto que puede ser visto como un juguete o una conveniencia en un lugar, se transforma en una herramienta vital para la subsistencia, el trabajo y la salud en otro. La ilustradora, Simone Shin, utiliza su arte para crear comparaciones elocuentes entre los entornos de Leo, Alisetta y Haridata, haciendo que los jóvenes lectores comprendan la diversidad del mundo.

El libro es una excelente herramienta educativa. La autora, Jude Isabella, incluso incluye sugerencias para proyectos que pueden ayudar a los educadores a expandir los temas del libro en el aula. Se presenta un mapa que ilustra la increíble distancia que viajó la bicicleta. Más allá de la geografía, la historia fomenta la reflexión sobre valores como el cuidado, la compasión y la empatía, extendiendo estas lecciones a una comprensión más amplia del mundo y las necesidades de los demás. Es un ejemplo poderoso de cómo la intención de un niño de hacer una diferencia, unida a la utilidad de una simple bicicleta, puede tener un impacto transformador.
El Santo de la Bicicleta: La Vida de Artémides Zatti
De las páginas de un libro pasamos a la vida real de un hombre que se convirtió en santo, y cuya imagen está intrínsecamente ligada a una bicicleta: Artémides Zatti. Nacido en Boretto, Italia, en 1880, Artémides emigró con su familia a Argentina en 1897, huyendo de la pobreza. Se establecieron en Argentina, donde Artémides, a los 20 años, ingresó en el aspirantado salesiano con el deseo de ser sacerdote.
Sin embargo, su camino tomó un giro inesperado. Mientras cuidaba a un sacerdote enfermo de tuberculosis, Artémides contrajo la enfermedad. Fue trasladado a un hospital misionero en Viedma, dirigido por los salesianos. Allí, en medio de su propia lucha por la salud, conoció a Ceferino Namuncurá, otro joven con problemas de salud que más tarde sería beatificado. Fue en Viedma donde un enfermero salesiano le dio un consejo que cambiaría su vida: “Si Ella [María Auxiliadora] te cura, tú te dedicarás toda la vida a estos enfermos”.
Artémides hizo una promesa a la Virgen María Auxiliadora: si recuperaba la salud, dedicaría su vida al cuidado de los enfermos. Y así fue. Su curación fue interpretada como una gracia divina. Más tarde, él mismo resumió esta experiencia en tres palabras: “Creí, prometí, curé”. Cumpliendo su promesa, Artémides no siguió el camino del sacerdocio, sino que profesó como coadjutor salesiano en 1908, haciendo sus votos perpetuos en 1911.
Su servicio comenzó en el mismo hospital donde se había curado, el cual llegaría a dirigir. Artémides Zatti se hizo conocido rápidamente en toda la Patagonia argentina como un enfermero excepcional. No solo atendía a los pacientes en el hospital, sino que su verdadera vocación se manifestaba en su incansable trabajo visitando a los enfermos en sus hogares. ¿Cómo lo hacía? Siempre, o casi siempre, en su bicicleta. La bicicleta se convirtió en su medio de movilidad preferido, su compañera inseparable para llegar a todos aquellos que necesitaban su ayuda, sin importar la distancia o las condiciones.

Visitaba a los enfermos de día y de noche, llevando consuelo, medicinas y atención médica. Amaba profundamente a quienes cuidaba, viendo en ellos a Cristo. Su vida fue un testimonio de dedicación total a Dios a través del servicio al prójimo. El trabajo arduo y la disponibilidad constante estaban alimentados por una profunda vida de oración, incluyendo la adoración eucarística y el rezo del rosario.
Artémides era un hombre de comunión, capaz de trabajar eficazmente con médicos, enfermeras y religiosas. Su ejemplo y consejo formaban a otros, influyendo en sus conciencias y corazones. Para él, el hospital y las casas de los pobres que visitaba eran la “frontera de su misión”, lugares donde el cuidado de la salud se convertía en una experiencia de salvación.
El Papa Francisco, en la víspera de su canonización en 2022, destacó cuatro rasgos principales de la figura de Artémides Zatti:
- Un migrante italiano en Argentina: Recordando sus orígenes y cómo encontró a los salesianos en Bahía Blanca, donde la fe de su familia fue un pilar fundamental en un ambiente que a menudo llevaba a los inmigrantes a descuidarla.
- Zatti, “pariente de todos los pobres”: Enfatizando su dedicación incondicional a los enfermos más necesitados, viendo el hospital y su servicio como una “Posada del Padre”, un lugar de humanidad, gracia y amor.
- Un salesiano coadjutor: Subrayando la importancia de su vocación laical, su testimonio de que se puede alcanzar la santidad y servir a Dios plenamente sin ser sacerdote, y cómo valoraba profundamente su llamado.
- Intercesor por las vocaciones: Compartiendo una experiencia personal de cómo, al encomendar a Zatti la petición de vocaciones laicales para la Compañía de Jesús, observó un aumento significativo de jóvenes coadjutores comprometidos.
Artémides Zatti falleció en 1951, tras ser diagnosticado con cáncer. Afrontó la enfermedad con la misma serenidad y alegría que mostró a lo largo de su vida al cuidar a los demás. Su fiesta se celebra el 15 de marzo. Su legado perdura como un ejemplo luminoso de caridad, humildad y servicio incansable, recordado por su inseparable bicicleta que lo llevó a ser el “enfermero de los últimos”. Incluso existe un cortometraje, “Zatti, hermano nuestro”, que narra un episodio de su vida, mostrando su fe y obediencia incluso en momentos difíciles.
Preguntas Frecuentes
Sobre el libro "The Boy in the Red Bicycle":
- ¿Es una historia real?
Aunque es un libro de no ficción ilustrado, narra una historia plausible y basada en la realidad de programas que donan bicicletas a países en desarrollo, mostrando el impacto real que estas donaciones pueden tener. Los personajes específicos como Leo, Alisetta y Haridata pueden ser representaciones de personas reales o compuestos para la narrativa. - ¿Para qué edad está recomendado el libro?
Es un libro ilustrado diseñado principalmente para niños, a menudo utilizado en aulas de primaria para introducir temas de geografía, cultura, empatía y servicio comunitario. - ¿Qué temas principales aborda el libro?
Los temas incluyen la importancia del transporte, las diferencias culturales y económicas, la generosidad, la compasión, la empatía, y cómo una acción simple puede tener un gran impacto global.
Sobre Artémides Zatti:
- ¿Por qué se le llama el “Santo de la Bicicleta”?
Se le conoce así porque utilizaba la bicicleta como su principal medio de transporte para visitar y atender a los enfermos en sus hogares, recorriendo grandes distancias en la región de la Patagonia argentina. La bicicleta se convirtió en un símbolo de su incansable servicio y disponibilidad. - ¿Qué significa ser un salesiano coadjutor?
Un salesiano coadjutor es un miembro laico de la Congregación Salesiana de Don Bosco. No son sacerdotes, sino que dedican su vida a Dios a través de votos de pobreza, castidad y obediencia, sirviendo en diversas obras salesianas, a menudo en roles técnicos, administrativos, educativos o de asistencia, como fue el caso de Zatti como enfermero. - ¿Dónde trabajó Artémides Zatti?
Principalmente trabajó en el hospital de Viedma, en la provincia de Río Negro, Argentina. Sin embargo, su labor se extendía mucho más allá del hospital, visitando a los enfermos en sus casas en Viedma y sus alrededores, en la vasta región de la Patagonia. - ¿Cuándo fue canonizado Artémides Zatti?
Fue canonizado por el Papa Francisco el 9 de octubre de 2022.
Estas dos historias, aunque diferentes en su origen y protagonistas, comparten un hilo conductor: la bicicleta como un vehículo de significado profundo. Ya sea transportando medicamentos vitales o llevando a un enfermero santo a cuidar a los necesitados, la bicicleta demuestra ser una herramienta poderosa para el bien, capaz de conectar mundos y cambiar vidas.
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